jueves, 19 de marzo de 2015

El río de crema

La cocinera del pueblo hacía todo tipo de pasteles de distintos sabores, tamaños y colores. Todo el mundo le pedía su deliciosa tarta de arándanos. Un día fue al bosque en busca de arándanos para una tarta que le había encargado una ciudadana, cuando al lado de unos arbustos, en medio del bosque, se encontró a un niño, lo cogió y lo cuidó como si fuera suyo.

Lo llamó Alejandro.

Alejandro creció como un niño más en el pueblo de la crema, conocido por el famoso río de la crema, según la leyenda....

Una noche, Alejandro le pidió a su madre que le contara una historia como todas las noches. La madre comenzó:

-Alejandro, el cuento de hoy es sobre la leyenda del “Río de la crema”. Cuando era pequeña, mi abuela hacía los mejores pasteles de todo el pueblo y casi de todo el mundo, todos venían a por esos deliciosos pasteles. Mi abuela tenía una receta especial que solo sabía ella. Todas las noches mi abuela iba al bosque en busca de crema.
-¿Y de dónde sacaba la crema?
- Ya lo verás... Continuaré... Detrás de unos arbustos y unos cuantos matorrales había un río, el río de la crema. Esa crema nacía en invierno, de los copos de nieve. Todos los inviernos cogía un buen saco de crema.
-Mamá ¿el río de la crema sigue allí?
-No lo sé.
-¿Podemos ir a averiguar? ¡Estamos en invierno!
-De acuerdo, sigue el camino del bosque a los arándanos, después detrás de dos matorrales está el río. Si está, trae un saco lleno de crema.

Alejandro emprendió el camino con las instrucciones de su madre. El joven llegó al río y como le dijo su madre llenó un saco. Volvió a casa y le dijo a su madre que había seguido sus pasos y que lo encontró. Entonces desde ese día la madre de Alejandro hacía los pasteles con esa crema.

Valentina Coretti D´Agostino, alumna de 1º de E.S.O. E.

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